miércoles, 29 de octubre de 2008

El fin justifica los medios


Falso. El fin, muy a pesar de lo que pueda pensar Nicolás Maquiavelo y su “Maquiavelismo”, nunca justifica los medios. Por más importante que éste sea, por más trascendental que aparente ser, PARA NOSOTROS, conseguir un objetivo, no puede, o más bien, no debe, estar por encima de la ética y la moral con el propósito de alcanzar una meta específica. Walmart, la empresa minorista más grande del mundo, no lo tiene, aparentemente, tan claro.

El utilitarismo es simple, se basa en un principio fundamental: “Maximizar el bienestar para el mayor número de personas”. La receta, ahora que está tan de moda toda la onda culinaria, para determinar si una acción, si un “modus operandi” es moralmente correcto, requiere de 6 ingredientes fundamentales. El resto, es pura pretensión. Tomen nota.

Ingredientes:
· 1 Acción por analizar
· 1 puñado de consecuencias positivas de la acción
· 150 gramos de consecuencias negativas de los actos
· 1 pizca de personas beneficiadas
· 1 manojo de personas perjudicadas
· Subjetividad – a discreción

Modo de preparación:
Para empezar, hay que tener en consideración que tanto las consecuencias positivas, como las negativas son determinadas y empleadas según la subjetividad y preferencias del comensal. Por este motivo, su uso en la receta depende enteramente de él mismo. Ahora sí, una vez que tenemos todos los ingredientes correctamente lavados y seleccionados procederemos con analizar las consecuencias positivas que la acción pueda generar. Una vez determinadas son multiplicadas (sin decimales, para facilitar las cosas) con el número de personas, en teoría, beneficiadas con la acción estudiada. Este resultado lo dejamos reposar, correctamente tapado.

Por otro lado, en una fuente correctamente enmantequillada, empezamos con el otro producto-del tipo matemático, para los despistados- que necesitamos. Esparcimos las consecuencias negativas de nuestras intenciones (sin dejar de lado las que son realmente malas, no sean tramposos) y las multiplicamos por la personas que se verían perjudicadas. Este nuevo producto se pone, en baño María, a cocer por 15 minutitos.

Una vez que tenemos los productos correctamente separados, justo cuando comienza lo bueno, estamos por finalizar con la preparación. Tomamos todos los aspectos positivos, todas nuestras intenciones y esperanzas y las restamos, casi sin querer, casi sin ganas, con lo negativo. El resultado, positivo o negativo es fundamental para determinar nuestra decisión. Si la resta da como resultado un número positivo, adelante, misión cumplida, tenemos luz verde para continuar y la moral está de nuestro lado. Podemos dormir tranquilos.

Sin embargo, y Dios nos libre, si el resultado sale negativo, estamos frente, señores y señoras, a un problema moral. Un problema que, como todo en la vida, tiene distintas soluciones. Seguir con el proyecto, sabiendo de antemano que mayores serán los perjudicados que los beneficiados o, hacer lo moralmente correcto y hacerle caso al principio del utilitarismo y rechazar la decisión analizada. Para finalizar, no olvide servir el plato tibio y decorado con hojitas de perejil. Buen provecho.

Una vez que entendamos el utilitarismo y el alto nivel de subjetividad que requiere, podremos entender la razón, el porqué, de las acciones de Walmart. Sus directivos no son tontos, le dan un “poquito” de preferencia a las cuestiones positivas de sus actos, un empujoncito, ligera ventaja. Hacen trampa. Sus restas siempre saldrán números positivos, siempre mayor que cero. Para ellos, la apertura de un nuevo Walmart es el beneficio máximo para cualquier ciudadano. Obvio, quién no estaría contento de tener, a metros de su casa, todos los productos que se puedan imaginar al menor precio que puedan encontrar. Bueno, déjenme decirles que no todos.

El utilitarismo es esto, maximizar el bienestar para el mayor número de personas, pero, me pregunto, y el resto? Las minorías que no son parte del “mayor número de personas”? Quién se preocupa por su bienestar? Quién se preocupa por los negocios familiares que, después de décadas de lucha, de guerras y post-guerras, de recesiones y crisis, se mantienen fieles a sus clientes y que ahora, por culpa de un gigante del retail, del Diablo disfrazado de Dios, tendrán que despedirse, salir, en el mejor de los casos, por la puerta de atrás, la de escape. No nos distraigamos, no olvidemos lo más importante, quién tiene la facultad de determinar qué es lo mejor para mi, para la mayoría? Walmart? No, gracias. Paso.

Asumo que las decisiones en una empresa de la magnitud y antecedentes de Walmart, y ahora dramatizando un poco, y a modo de análisis costo-beneficio se pueden tomar así:

Director 1 (D1): Rómulo, no sabes. Anoche tuve un sueño magnífico, precioso, espectacular. Abríamos una tienda nueva, en un pueblito al norte, casi virgen del mundo del retail.

Director 2(D2): Ah, si? Y que tenía de maravilloso, que tenía de novedad? No es por desanimarte Alberto, querido amigo, pero es muy probable que el pueblito que soñaste ya tenga un Walmart constituido, es probable que tu sueño haya sido una simple recapitulación de hechos, el recuerdo de alguna presentación pasada.

D1: Es cierto, puede que tengas razón, pero imagina: encontrar un nuevo pueblo, un mercado por explotar! Sin pensarlo, sin dudarlo, planto mi tienda!

D2: No pues hermano, así no se puede hacer, U-TI-LI-TA-RIS-MO, ésa es la clave. El utilitarismo.

D1: El utilitarismo? Eso del beneficio máximo?

D2: Claro, actuar para obtener el máximo beneficio para el mayor número de personas.

D1: Ah, pero obvio. Imagínate nomás, como sería sino, un despelote. Es fácil, abrimos esta nueva tienda, quienes se benefician? Muchas personas. En tu familia nomás, cuántos son? Puras matemáticas hermano, cuestión de sumar y restar. Suma toda tu familia + mi familia+ la familia del resto de compañeros. Si eso no es beneficio máximo, no se a que te refieres. Si eso no es beneficio común, me parece que algo está mal con el mundo, muy mal.

D2: Es que así no es pues Albertito, el beneficio no es sólo para nosotros, pero, pensándolo bien, que lindo sería, no? Imagina, todo lo que podríamos hacer, todas las decisiones, simplificadas, facilitas, sin pensarlo. Pero no, así no funciona, no me distraigas. Antes de tomar una decisión debemos analizar el costo-beneficio para LAS PARTES.

D1: Nosotros y..?

D2: El pueblito nórdico pues hombre, en que piensas!?

D1: Ah, verdad. Pero a ellos también los beneficia pues, imagina todo lo que van a poder comprar, todo mucho más barato, todo mucho mejor. Es todo positivo, ves? Para que lo piensas tanto, la vida es simple. Se acabó la discusión.

D2: Cómo que se acabó? Y los aspectos negativos? Y todos los negocios que muy probablemente cierren por nuestra culpa? Todas las familias que probablemente se queden sin trabajo, como consecuencia del cierre de estos negocios? Has pensado en el daño que les podemos ocasionar? Has pensado en la cantidad de reclamos y huelgas y antipatía de la que estamos expuestos a ser blanco?

D1: A ver, ahora si te entiendo. Sumemos. A favor: nuestras familias no cuentan, no?

D2: No, no cuentan. Bueno, si, pero poquito.

D1: Ya, muy bien. A favor: Un poquito de nuestras familias + la cantidad de empleos que podremos generar+ la modernización del pueblo+ la habilitación de vías y carreteras + la mejora en la oferta de productos en cuanto a variedad y precio + utilidades para la empresa, vale? – si, si vale- Ya, + utilidades para la empresa –pero no seas vivo, no lo sumes 2 veces- ya, está bien, le restamos unas utilidades para la empresa+ incremento de la inversión privada y fomento de la competencia. Que tal estuvo? Bien?

D2: Si, más o menos. Ahora lo negativo- mejor no, mejor lo continuamos otro día- no, ahora lo negativo he dicho: Destrucción de competencia local + Eliminación de empleos antiguos + Posibles reclamos y huelgas (teniendo en consideración otros pueblos y casos anteriores) + daño emocional colectivo+ sentimiento de culpabilidad –sentimiento de culpabilidad? No seas tramposo pues, yo también le hubiera sumado satisfacción personal- Está bien pues, tu súmale eso y yo le sumo mi conciencia cochina- ya, es lo justo.

D1: En conclusión, que queda?

D2: Creo q buscamos el pueblito ah.

D1: Perfecto, como me gusta cumplir mis sueños (con una sonrisa en la boca) Ahora, en la tardecita, formo una comisión para buscar el nuevo mercado.

D2: Ok, me parece muy bien. Ahora sí, algo mas importante. Vamos a comer que tengo hambre.

D1: A comer.
AUTOR: LUCIANO VELAZCO REVOREDO

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